CAPÍTULO III. QUERER Y NO PODER.
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¿Merecido? No lo sé... |
3h 09’26”
de lucha psicológica constante. Comienzo la carrera en segunda posición, con el
objetivo de alcanzar al Juan lo antes posible, pero no corro con la fluidez que
me gusta correr. No disfruto, rara
avis. No voy cómodo como en otras ocasiones. Aún así, le voy recortando
distancia, en torno a 5-6’ en el km 5, algo menos en el km 10, y menos de un minuto
en el km 15 donde mi cabeza, después
de una hora de lucha constante contra la información sensitiva que le mandaban
mis músculos dice que basta, se
acabo, alzo la bandera blanca de
retirada y me dirijo andando hasta la meta (situada en el km 10, 20, 30 y
40), alicaído y derrotado. Es evidente que la decisión estaba tomada en
caliente, a altas pulsaciones, y motivada en el pensamiento de no alcanzar el
sueño (la victoria en la prueba, y por lo tanto, la internacionalidad),
precisamente, cuando más cerca lo tenía, pero mi cabeza no podía con la idea de
otros 25 kilómetros así.